Hace un poco más de un mes del día en que presenté mi primer libro de poesía, entre tantas cosas que pasan, las cosas cotidianas del hogar, de mis trabajos de reparación de libros, ir a ferias, ver series y películas asiáticas, hacer cuadernos, el almuerzo, juntarse con los amigos, volver a terapia, anotar sueños, tratar de arreglar el dolor del cuello, controlar mi tiempo mirando las redes, descansar con Aurora, regar las plantas, idear, tratar de dormir bien. Aprender japonés.
Para las fiestas patrias, me preparé para estar sola: hice empanadas, compré cervezas, un vino, maní con pasas, queso crema y galletas, todos los días previos me venía a la mente mi abuela feliz, nuevamente esa cosa de hacer algo artístico con esa señora que era compleja y musical. Pero más que eso, las imágenes de los negativos de su juventud que atesoro, fotos de ella antes de casarse, sonriendo, disfrutando. Así que toda esa semana donde en Chile se decreta feriado largo, me puse a hacer cianotipias de ella recostada en el cerro con sus amigos, arriba de una bicicleta, muchas de la misma, sola, con amigas, con un amigo. Varias se velaron, me gustó estar en eso.
He recibido buenos comentarios de los amigos y conocidos que han podido leer mi libro. Mandé de regalo a mi buena amiga Motoko en Japón, a su amiga María José al sur, a Florencia en San Antonio. En estos días mandaré a Vinka a Viña del mar, a Lee en Londres, y quiero que mi libro viaje mucho, así parte mía viaja también. He sentido timidez ir a hablar en otras librerías a ofrecer mi libro y mi cabeza pensó, en octubre voy a ir a visitarlas. ya empezó octubre, y acá estoy, escribiendo sobre.
Hace más de un mes, casi dos, empecé a ir a un taller de chigire-e y descubrí que coincide con mis primeros trabajos de ilustraciones y me confirma que siempre-siempre eso que está dentro, lo que gusta, estimula, eso vuelve, reaparece: lo busco y me busca. Estoy contenta, creo que si bien asumo que tengo esa ansia por terminar una serie buena que recién comienzo a ver, con esto de estar aprendiendo el idioma japonés con Motoko hace un año, de mis ganas de conocer su cultura, de tener alguna oportunidad real de estar allá por un tiempo, de estar con ella, abrazar a sus gatos, escuchar el idioma, comer rico, ir a algún taller del papel, observar una técnica milenaria, de hacer obra, visitar ciudades, ir a algún boliche, sucucho, dormir y regar plantas japonesas, de hacer y no hacer tanta cosa. Esto a que me dedico, del trabajo lento de este oficio, me ayuda a equilibrar esa parte mía impaciente. Espero no darme ni cuenta del tiempo cómo pasa, y esté cruzando al país del día siguiente.
Nota:
Mi libro se llama
¿Por qué los gatos se acuestan conmigo?
Las tentaciones de Penélope ediciones
Santiago, 2024
A la venta en Librería Libro verde $8.000




